CONGREGACIÓN
HERMANAS DEL NIÑO JESÚS
"Dar Gloria a
Dios y Paz a los Hombres"
Ana María Martel
Fundadora
Presencia de Amor al Padre y a los Hermanos
La Congregación de las
Hermanas del Niño Jesús nació en Francia, en Le Puy en el año
1667, fruto del trabajo iniciado por nuestra fundadora, Ana
María Martel (1644-1673) quien aconsejada por su director
espiritual el sacerdote sulpiciano P. Tronson comenzó su labor
apostólica, primero con las mujeres enfermas del Hospital de la
Aguja, luego con los peregrinos del Santuario de la Virgen Negra
de Le Puy y, finalmente organizando Asambleas con las
puntilleras del pueblo, donde además de ayudarlas con su
trabajo, les daba la instrucción cristiana y las hacia rezar.
Su labor se fue extendiendo
cada vez más, sumándose algunas amigas de ella a la tarea,
Catalina Félix (que después se convertiría en la primera
superiora de la Congregación) y otras amigas. En ese entonces el
que una mujer hiciera la instrucción era toda una novedad puesto
que esta tarea solo era exclusiva de los sacerdotes.
Ana María Martel murió el 15 de enero de
1673 a la edad de 29 años, a causa de la tuberculosis. Sus
compañeras de entonces decidieron
continuar la
labor y la obra se fue extendiendo dando inicio a lo que es
hoy la Congregación de
Hnas. Del Niño Jesús, presentes en Francia, Argentina,
Ecuador, Bélgica, Canadá, Chile, Burkina Faso y Vietnam.
Mujeres consagradas.
Viven a partir de la Eucaristía una vida comunitaria:
* de Oración.
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* de Entrega Apostólica.
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* de Tareas Domésticas.
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* de recreación.
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En
la que ponen en común lo que son y tienen con un estilo de vida
sencillo.
Su
Espiritualidad
En el
seguimiento a su fundadora Ana María Martel, viven una
espiritualidad de Encarnación, dejan que Jesús continúe a
través de cada una de ellas el anuncio de la Buena Noticia a
todos los hombres, especialmente a los más pobres.
Reglas de
Vida
Orar
La oración es un aspecto esencial de
nuestra misión: adoración, acción de gracias, pedir con
confianza y entrega. Contemplamos el amor del Padre, de
su presencia, de su acción en la creación, los
acontecimientos, las personas.
RV N ° 13
Vida fraterna
La calidad de nuestra presencia, para la
comunidad y la gente, es de suma importancia. Actitudes
de apertura, respeto, escucha, acogida y asombro ante
los valores vividos por cada uno, son necesarias para
encuentros reales.
RV N° 08
Cree y comparte
Tenemos que profundizar constantemente la
propia fe a través de la oración, el estudio, el
intercambio comunitario, la apertura a lo que la gente
nos trae, permitiéndonos ser evangelizados por ellos.
RV N° 07
Su
Misión
Dar
Gloria a Dios y Paz a los Hombres.
"Presentes a nuestros hermanos, nos
comprometemos en el mundo donde viven, anunciamos a todos la
buena noticia de que Dios les ama".
Esta misión la viven en la pastoral, la catequesis, la
educación, la salud, la promoción humana y social.
Tienen presencia en:
Canadá, Costa
de Marfil, Bélgica, Chile, Vietnam, Francia, Ecuador, Argentina.
Ana María Martel Hija Amada
de Dios
Nació
el 11 de Agosto de 1644, en la ciudad de Le Puy, en Francia.
Su
padre fue Claudio Martel, abogado procurador del Rey Luis XIV y su madre
la Sra. María Cayes.
Fue
bautizada el 13 de Agosto de 1644, en la Parroquia San Jorge.
Hizo
su primera comunión en la Parroquia San Jorge a la edad de 10 años.
Ana
María Martel era una joven alta, delgada, con mucha gracia y hermosura.
Tenía virtudes y todas ellas se reflejaban en su rostro.
Cualquiera quedaba sorprendido al observar en ella una inocencia de niña
y una profunda dulzura. Hablaba con candor e ingenuidad despertando así
mucha ternura. Sería difícil hallar una joven tan sencilla y prudente en
su forma de ser: su presencia, su mirada, sus palabras, sus acciones y
todos sus gestos eran naturales y profundos. El Señor que habitaba en
ella era la fuente interior de la que fluían todas sus acciones: Tenía
la mirada dulce y bondadosa, la frente serena y rostro gozoso y
tranquilo no habiendo en él nada severo ni desagradable.
Su lenguaje era sencillo y adecuado a aquellos con quienes hablaba, no
hablaba mucho ni demasiado poco, dando oportunidad a otros para decir lo
que quisieran sin interrumpirlos. Usaba muchas veces el lenguaje de los
campesinos, era prudente en todas sus palabras, su intención era siempre
agradar a Dios y ser útil a sus hermanos.
Ana María desde niña y como adolescente, invitaba
al catecismo a sus compañeras y amigas, luego como joven se sintió
fuertemente atraída a compartir lo que ella sabía de Dios y de la fe.
En la
ciudad del Puy, en los alrededores, había un hospital de mujeres
jóvenes. Su confesor y Director Espiritual, Padre Tronson,
encontró un gran
número
de pobres tan poco instruidas que no sabían ni siquiera los primeros
deberes de la religión, ni los artículos de la fe indispensables para la
salvación. Habiendo notado la gran necesidad y la carencia de personas
capaces de acompañarlas, pensó un día en proponer a su dirigida que, tan
a menudo como le fuera posible, visitara ese hospital para instruir a
las jóvenes. Hospital de L’Aiguille.
Al año siguiente,
comenzó a hacer catecismo a niños y jóvenes en la parroquia de San
Lorenzo y San Juan.
Con la
ayuda de sus amigas y compañeras: Catalina Félix, Gabriela Gire, María
Desolieres e Isabel de Vourse, sigue su apostolado en los barrios, San
Lorenzo, San Juan, encargándose de niños y vagabundos, preparando a los
peregrinos, organiza a las jóvenes puntilleras que trabajan en la
confección de encaje, crea las Asambleas.
"La
Señorita Martel, que tenía tantas asambleas de jóvenes a
quienes instruía en la ciudad, en los barrios y en las aldeas de los
alrededores, pensó hacerles observar un reglamento diario:
- tenían hora para levantarse y hacer sus prácticas de
piedad y devoción,
- enseguida la oración de la mañana y luego media hora de meditación
cuyo tema se sacaba de algún libro,
- después iban a misa y el resto del día se repartía con
equilibrio;
- había horas de recreo, de silencio,
- tiempo para cantar devotas canciones,
- recitar el rosario en dos coros,
- escuchar la lectura que una de ellas hacía.
Todo estaba distribuido desde la mañana hasta la noche con mucha
discreción. Nada fue tan fácil como hacer reglamentos pero nada
tan raro como verlos bien observados”.
Agrupó a algunas jóvenes, las animo a formarse, luego fueron a vivir a los
campos en las Asambleas para acompañar a las personas y enseñarles la
fe. A estas jóvenes se las llama Beatas.
Luego se integraron otras jóvenes, las invita a
vivir en comunidad para prepararse y luego formar a las beatas.
Ana María durante toda su vida estuvo unida a Dios por una fe viva, una
firme esperanza y un gran amor que la lleva a vivir en total docilidad
al Padre.
El
carisma, es decir el don que recibió AMM consistió en estar atenta a
cualquier situación humana que se presente para revelar a Dios y su
amor, ayudar a las personas a sentirse felices cuando se descubren hijos
de Dios.
A los
pobres de la ciudad de Le Puy: hombres, mujeres, niños, obreros,
campesinos, mendigos, peregrinos, cuya fe verdadera había caído en los
siglos precedentes, trayendo consigo la miseria moral, Dios les regala
su amor en la persona de Ana María Martel.
Hoy
Dios sigue creando personas con ese mismo Don de AMM, están
las religiosas Hermanas del Niño Jesús y también personas
creadas con el mismo Don para vivirlo en un estado laical.
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